Chispyn

 
 

Érase una vez una niña que vivía con sus padres en una casa que tenía una granja enorme. Tenía el pelo moreno y largo, largo, largo y era muy pequeña muy pequeña y por eso todos la llamaban Chyspin. Sus padres no la dejaban que fuera a la granja porque allí había muchos animales que ella no conocía.

Un día, desobedeciendo a los padres, Chyspin decidió salir de casa e ir hasta la granja para ver cómo era por fuera. Una vez allí, le pico la curiosidad de saber qué era aquello que habría allí adentro para que sus padres no la dejaran entrar. Chyspin no lo pudo resistir y abrió la puerta y se adentró. Una vez dentro comprobó que en la granja había muchas casas: la casa del señor conejo, la de las ovejas, la de las vacas, la de las abejas… pero todas estas casas estaban vacías porque sus habitantes estaban haciendo deporte por el campo

De todas estas casas, la que más llamó la atención a Chyspin fue la de las abejas porque de ella se desprendía un agradable olor a miel, así que no lo pudo resistir y entró. Una vez dentro, se dio cuenta que el olor se debía a que en la cocina había una mesa con tras platos de miel: una grande, uno mediano y uno pequeño.

Chyspin cogió el grande y cuando se lo fue a comer se quemó porque estaba muy caliente, lo mismo le pasó con el mediano pero cuando cogió el pequeño estaba templado y se lo comió entero.

Chyspin sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien porque había desobedecido a sus papás y además se estaba comiendo algo que no era suyo, pero aún así siguió andando por la casa hasta que llegó al salón donde encontró tres sillas: una grande, una mediana y otra pequeña. Como tenía la barriguita llena decidió sentarse a descansar. Primero intentó sentarse en la grande pero como era demasiada alta no pudo, luego lo intento en la mediana pero tampoco lo consiguió porque no llegaba con los pies al suelo y por último se sentó en la pequeña pero al ser demasiado pequeña se rompió.

Como no había podido descansar pasó a la habitación siguiente que era el dormitorio donde encontró: una cama grande, otra mediana y otra pequeña. Decidió entonces echarse a dormir un rato y por fin descansar y aunque primero lo intento en la cama grande y en la mediana, estas eran muy duras, así que decidió hacerlo en la pequeña que era de su tamaño.

Chyspin estaba profundamente dormida cuando de repente escuchó ruidos en la casa (vvvvvvvvvvv). Ella se asomó a la puerta del dormitorio y vio a Papa abeja, Mama abeja y a su hijo Abegín. Estaban los tres muy triste porque habían descubierto que alguien se había comido sus tarros de miel y de había roto la silla pequeña.

Al verlos llorar, Chyspin se conmovió y salio del dormitorio, les contó que todo aquello lo había echo ella y les pidió perdón.

Papa abeja le preguntó que quiera era, y tras conocerla y perdonarla le propuso a la niña que si les ayudaba a arreglar los desperfectos no le diría nada a sus papás de que había estado en la granja para que no le riñera. Y así fue como ocurrió porque una vez que llenaron los tarros nuevamente de miel, arreglaron la silla, e hicieron las camas, Chyspin se despidió de la familia abeja y volvió nuevamente a su casa.

Y colorín colorado, al final todo se ha arreglado.

 


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