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- Cambiar la política hidráulica tradicional centrada en la ejecución de grandes obras, que ha demostrado su ineficacia, hacia una gestión más hidrológica y ambientalista. - Reducir la emisión de gases de efecto invernadero para cumplir con Kioto, con una fuerte apuesta para el ahorro energético y la gestión de la demanda de energía y la sustitución de las centrales térmicas y nucleares por renovables. - Proporcionar una política forestal acorde con las necesidades del país más árido de Europa, con medidas de reforestación y de control del suelo urbanizable, lucha contra incendios y talas indiscriminadas . - Primar la agricultura ecológica y el uso de variedades locales adaptadas al clima en detrimento de los monocultivos intensivos y de las variedades transgénicas, altamente demandantes en agua, productos químicos y petróleo. - Poner freno a la edificación y a la construcción de campos de golf desaforada, sobre todo salvaguardando las costas. - Apostar por recuperar cauces, reforestar áreas para evitar los procesos erosivos y favorecer la infiltración y la recarga de los acuíferos. Es prioritaria la lucha contra el grave estado de contaminación que sufren nuestras aguas continentales (superficiales, subterráneas y costeras). - El agua es un bien escaso y limitado, por lo que la solución a la escasez está en una gestión racional y de fomento del ahorro. - Trabajar desde las Conferedaciones Hidrográficas para conocer cuánta agua se gasta, quién la usa, qué usos se le da y cuánto supone la recuperación económica que estas actividades generan, pues aún se desconoce el 75% de estos usos. |